tag:blogger.com,1999:blog-33909923738773665382024-02-20T05:33:19.321-08:00Aroma de laurelAnnahttp://www.blogger.com/profile/08299886442668990420noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-3390992373877366538.post-13302048617417980382008-04-20T19:01:00.000-07:002008-04-23T09:21:27.739-07:00SOLLOZO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTIWzH95_Ml4ho3WlRHxbsourZiJmfykCsgtU_w3ebYYiNgZ1ieCAoX_Nm3DumlVqYxoWFGamUu_zxutlWuv_CzdSqhXJ2iqb23-IGTlRcE3uc4mfTJBJGgivDbs9QHBZmBM5Nw50GiJQ/s1600-h/small-tristeza.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5191514371729736658" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTIWzH95_Ml4ho3WlRHxbsourZiJmfykCsgtU_w3ebYYiNgZ1ieCAoX_Nm3DumlVqYxoWFGamUu_zxutlWuv_CzdSqhXJ2iqb23-IGTlRcE3uc4mfTJBJGgivDbs9QHBZmBM5Nw50GiJQ/s320/small-tristeza.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">Cuando apagaron la luz de su habitación supe que ya no lo vería más. Tía Carla me abrazó y me llevó hacia su automóvil, el rímel de sus ojos brillaba de forma extraña. Escuché que había sido inesperado, terrible, injusto y tan brutal como una pesadilla de la que todos deseaban despertar.<br /><br />Tía Carla me sirvió un pedazo de torta de chocolate, insistió que debía ser fuerte y una buena niña. Le pregunté por mamá; respondió que volvería por la mañana. No pude preguntarle por mi padre. Me quedé dormida a su lado mientras me contaba historias de cuando ella era pequeña y papá le ayudaba a treparse de los árboles.<br /><br />Aún dormía tía Carla. Contesté el teléfono, mamá se sorprendió de que estuviera despierta tan temprano, le dije que no podía dormir y agregué maquinalmente “¿Y papá?” El silencio al otro lado del auricular fue interrumpido por un ruido extraño: un sollozo. “Mamá podrías traer ese helado de vainilla y fresa que le gusta a papá y lo comemos juntas, por fa”. Mi madre afirmó naturalmente y cortó. </div><div align="justify"></div><div align="justify"><br /><br />Mi padre murió cuando tenía doce años por una afección cardiaca. Desde entonces prefiero ir el día de mi cumpleaños, sola, a visitarlo; con el tiempo mi familia se ha dado cuenta que compro helado de vainilla y fresa y que cada año lo como lentamente sobre el césped del cementerio. </div>Annahttp://www.blogger.com/profile/08299886442668990420noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-3390992373877366538.post-51524065205564633732008-04-01T21:16:00.000-07:002008-04-02T18:38:50.121-07:00MI VESTIDO AZUL<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtvlTIy0HrQXwtOG5g1-IbPdNf4QH9Zwh0aoRe4sb_4fhw9lJMgKWRNlxF_2Ki0n8_Myk9jHHzUa00rqvrGUhrjGkkisVVUK6R4ZJYLNPqcvoVC_ijJBlIbhBfsHIdAIeKk6m8AC-p-Ik/s1600-h/grav_mulher_vestido_azul_floresta.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5184504032155015698" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtvlTIy0HrQXwtOG5g1-IbPdNf4QH9Zwh0aoRe4sb_4fhw9lJMgKWRNlxF_2Ki0n8_Myk9jHHzUa00rqvrGUhrjGkkisVVUK6R4ZJYLNPqcvoVC_ijJBlIbhBfsHIdAIeKk6m8AC-p-Ik/s320/grav_mulher_vestido_azul_floresta.jpg" border="0" /></a><br />Aquel verano todavía usaba el vestido azul que me había regalado mi padre en mi noveno cumpleaños. Mi mamá siempre me regañaba porque lo usaba aunque se encontrara sucio; corría y saltaba para que él me viera, para que me dijera que olía a laurel silvestre.<br /><br />Fuimos a la playa, como siempre, como cualquier otro domingo de vacaciones toda la familia. Tía Fabiolla, con sus enormes provisiones de comida que hacía cargar a los mellizos, tío Carlos, atlético y soberbio, con su nueva tabla hawaiana, el abuelo con sus indescifrables crucigramas, la abuela risueña con la regía tía Carla platicando sobre el pequeño Fernando que ya empezaba a caminar, mi prima Mariana y yo, mi padre y mi madre y los paisajes de aquel tiempo que terminé olvidando.<br /><br />El sol calentaba las imágenes, el mar parecía brillar por la desesperación de las olas que caían del cielo, gigantescas como lágrimas de niño asustado. Mariana y yo nos entreteníamos poniéndoles nombre a las gaviotas que pronto desaparecían en la onírica línea del horizonte. El tiempo era desconocido en nuestros juegos infantiles: los castillos de arena relataban historias de dragones y princesas, los mellizos jugaban al football, corríamos para que el agua no nos tocara los pies y la abuela nos diera gelatina.<br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />Mi papá cogía la guitarra tocaba esas canciones melancólicas de trovadores. Mamá sonreía, se veía más hermosa. La familia se extasiaba cuando él cantaba, oía a la abuela contar anécdotas de cuando papá estaba en la universidad, tío Carlos recordaba todas las serenatas a las que le obligó ir, el abuelo dejaba los crucigramas y se animaba a cantar como un chiquillo. No lo entendía, pero en ese instante amaba más a mi padre.<br /><em></em><br /><em>¿Y en verdad perdiste a ese unicornio azul, papi?</em> Acariciándome tiernamente el cabello me respondió: <em>Lo tengo aquí al frente y huele a laurel sucio de tanto mar.</em><br /><em></em><br /><em></em>_________________________________________________________<br /><em><br /><br /><br />La canción que tocaba mi padre...</em><br /><br /><br /><object height="355" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/guOu1FPxvZQ&hl=en"><param name="wmode" value="transparent"><embed src="http://www.youtube.com/v/guOu1FPxvZQ&hl=en" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" width="425" height="355"></embed></object></div>Annahttp://www.blogger.com/profile/08299886442668990420noreply@blogger.com27